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Alexandra David-Néel

Datos biográficos:

Alexandra David-Néel fue la primera mujer occidental en visitar Lhasa, la capital prohibida del Tíbet, adonde llegó en 1924, caminando y disfrazada de mendiga tibetana.

Nació en París en 1868, antes de los veinte ya contaba en su curriculum con un libro de ideología anarquista, un viaje en bicicleta a España, Italia y Suiza y estudios en la Sociedad Teosófica con Madame Blavatsky. A los veinticinco ya había viajado a la India y a Túnez. En este país estudió el Corán y practicó la religión islámica.

Conoció al ingeniero ferroviario Philippe Néel, con el que contrajo matrimonio en 1904, pero ella no estaba hecha para el matrimonio y siete años después, cuando tenía cuarenta y tres, hizo las maletas, dejó plantado al ingeniero, y emprendió rumbo a Egipto, y de ahí a Ceilán, India, Sikkim, Nepal y Tíbet.

En 1912, en Kalimpong, se convierte en la primera mujer occidental en ser recibida por el Dalai Lama. En la India conoce al que sería su compañero de aventuras el resto de su vida, el joven tibetano de 14 años Yongden, al que adoptaría años después. Viaja a Corea y Japón, donde tiene como anfitriona a la esposa de D.T. Suzuki. Vive durante dos años en el monasterio chino de Kumbum, cerca de Mongolia, estudiando los manuscritos budistas. Los monjes la consideran una hermana y la llaman lámpara de sabiduría.

Pero Alexandra tiene un reto pendiente: en su anterior estancia en Tíbet no pudo llegar a la capital, Lhasa, la ciudad prohibida. Decide emprender de nuevo la aventura y en 1921 parte con Yongden, tres sirvientes y siete mulas. El viaje es peligroso a causa de los bandidos, el durísimo clima y la complicada orografía, con pasos de montaña de 5.000 m de altitud. Por si fuera poco, los funcionarios chinos y tibetanos se dedican a obstaculizar el viaje. Todas las vicisitudes de esta expedición las narra Alexandra David-Néel en su obra Viaje a Lhasa. Por fin, después de tres años, disfrazada de mendiga tibetana, con el pelo teñido y el rostro oscurecido con grasa y hollín, llega a la ciudad prohibida. Solo su ahijado Yongden ha permanecido a su lado.

Alexandra permanece dos meses en Lhasa y luego regresa a París, descubriendo que se ha convertido en una celebridad. Escribe varios libros, entre ellos otra de sus obras más célebres, Místicos y Magos del Tíbet. De todas partes la reclaman para dar conferencias.

Finalmente se establece en Digne, en los Alpes franceses, donde sigue escribiendo una abundante producción literaria, siempre alrededor de sus viajes y lo que en ellos descubrió. En 1955 muere Yongden. En 1969, la víspera de su 101 cumpleaños y poco antes de su muerte, Alexandra acude a las oficinas municipales a renovar su pasaporte "porque nunca se sabe".

En 1973 las cenizas de Alexandra y Yongden fueron arrojadas a las aguas del Ganges.

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