Introducción
La palabra pali mettà es un término de múltiples
significados como amor benevolente, amigabilidad, buena voluntad,
benevolencia, compañerismo, amistad, concordia, inocuidad y
no-violencia. Los comentaristas Pali definen mettà como un
fuerte deseo por el bienestar y la felicidad de los otros (parahita-parasukha-kàmanà).
Esencialmente mettà es una actitud altruista de amor y amigabilidad
a diferencia de la mera amabilidad basada en el propio interés.
A través de mettà uno deja de ser ofensivo y renuncia
a todo tipo de rencor, resentimiento y animosidad, desarrollando,
en cambio, una mente amistosa, servicial y benevolente que busca el
bienestar y la felicidad de los demás. El verdadero mettà
carece de interés personal. Evoca un afectuoso sentimiento
de compañerismo, simpatía y amor, que con la práctica
crece sin límites y supera toda barrera social, religiosa,
racial, política y económica. Mettà es, en efecto,
amor universal, desinteresado y todo-abarcador.
Mettà nos convierte en una fuente pura de bienestar y seguridad
para los demás. Igual que una madre da su propia vida para
proteger a su hijo, así mettà sólo da y nunca
desea nada a cambio. Promover el propio interés de uno es una
motivación primordial de la naturaleza humana. Cuando este
anhelo es transformado en el deseo de promover el interés y
la felicidad de los otros, no sólo es un anhelo básico
de búsqueda personal de superación, sino que la mente
se vuelve universal por haber identificado su propio interés
con el interés de todos. Al producir este cambio uno también
promueve su propio bienestar en la mejor manera posible.
Mettà es la actitud protectora e inmensamente paciente de
una madre que sortea todas las dificultades por su hijo y siempre
lo ampara a pesar de su mal comportamiento. Mettà es también
la actitud de un amigo que quiere darnos lo mejor para favorecer nuestro
bienestar. Si estas cualidades de mettà son cultivadas adecuadamente
mediante mettà-bhàvanà —la meditación
del amor universal— el resultado es la adquisición de
un tremendo poder interior que preserva, protege y sana tanto a uno
mismo como a los demás.
Aparte de sus elevadas connotaciones, hoy mettà es una necesidad
pragmática. En un mundo amenazado por todo tipo de destructividad,
mettà en acto, palabra y pensamiento es el único medio
constructivo para traer concordia, paz y mutuo entendimiento. En efecto,
mettà es el medio supremo, puesto que constituye el principio
fundamental de toda religión, como así también
la base para toda actividad benevolente destinada a promover el bienestar
humano.
El presente trabajo apunta a la exploración de las diversas
facetas de mettà, tanto en la teoría como en la práctica.
El examen de los aspectos doctrinales y éticos de mettà
procederá a través del estudio del popular Karanìya
Mettà Sutta, el “Himno del Amor Universal” del
Buddha. En conexión con este tema también veremos algunos
otros textos cortos que versan sobre mettà. La explicación
de mettà-bhàvanà, la meditación del amor
universal, ofrecerá instrucciones prácticas para desarrollar
este tipo de contemplación tal como consta en los principales
textos de meditación de la tradición Buddhista Theravada,
el Visuddhimagga, el Vimuttimagga y el Patisambhidàmagga.
El Karanìya Mettà Sutta
Himno del Amor Universal
Aquel que busca promover su bienestar,
Habiendo vislumbrado el estado de perfecta paz,
Debe ser hábil, honesto y justo,
Apacible en lenguaje, dócil y sin orgullo. |
Karanìyam atthakusalena
Yan tam santam padam abhisamecca
Sakko ujù ca sùjù ca
Suvaco c’assa mudu anatimànì |
Contento, ha de ser fácil de sustentar,
Con pocas obligaciones, y de vida simple.
Tranquilos sus sentidos, que sea prudente,
Y respetuoso, sin apego a familias. |
Santussako ca subharo ca
Appakicco ca sallahukavutti
Santindriyo ca nipako ca
Appagabbho kulesu ananugiddho |
Además, debe refrenarse de toda acción
Que de al sabio razón para reprobarle.
(Entonces, que cultive el pensamiento:)
Puedan todos estar bien y seguros, ¡Que todos los seres
sean felices! |
Na ca khuddam samàcare kiñci
Yena viññù pare upavadeyyum
Sukhino và khemino hontu
Sabbe sattà bhavantu sukhitattà |
Cualquiera de los seres vivientes que existan,
Sin excepción, débiles o fuertes,
Largos, grandes o medianos,
O bajos, diminutos o voluminosos, |
Ye keci pànabhùt’ atthi
Tasà và thàvarà và anavasesà
Dìghà và ye mahantà và
Majjhimà rassakànukathùlà |
Sean visibles o invisibles,
Aquellos que viven lejos o cerca,
Los nacidos y aquellos que buscan nacimiento. ¡Que todos
los seres sean felices! |
Ditthà và ye va aditthà
Ye ca dùre vasanti avidùre
Bhùtà và sambhavesì và
Sabbe sattà bhavantu sukhitattà |
Que nadie engañe o desprecie
A su semejante en ningún lugar;
Que nadie desee el mal al otro
Por resentimiento o por odio. |
Na paro param nikubbetha
Nàtimaññetha katthacinam kañci
Byàrosanà patighasaññà
Nàññamaññassa dukkham iccheyya |
Así como con su propia vida
Una madre protege del mal
A su propio hijo, su único hijo,
Desarrolla un corazón ilimitado
Hacia todos los seres. |
Màtà yathà niyam puttam Àyusà
ekaputtam anurakkhe
Evampi sabbabhùtesu
Mànasam bhàvaye aparimà |
Cultiva una mente de amor ilimitado
A través de todo el universo,
En toda su altura, profundidad y extensión,
Amor que no encuentra obstáculos
Y está más allá del odio o la enemistad. |
Mettañ ca sabba-lokasmim
Mànasam bhàvaye aparimànam
Uddham adho ca tiriyañca
Asambàdham averam asapattam |
Ya sea parado, caminando, sentado o acostado,
Siempre que estés despierto,
Practica esta vigilancia con todas tus fuerzas: Éste
es considerado el Estado Divino aquí. |
Titthañ caram nisinno và
Sayàno và yàvat’assa vigatamiddho
Etam satim adhittheyya
Brahmam etam vihàram idhamàhu |
Ya no sosteniendo creencias erróneas,
Con virtud y visión de lo fundamental,
Y habiendo superado todo deseo sensual,
Nunca de un útero uno vuelve a nacer. |
Ditthiñca anupagamma sìlavà
Dassanena sampanno
Kàmesu vineyya gedham
Na hi jàtu gabbhaseyyam punar etì’
ti |
Los Antecedentes del Mettà Sutta
Los antecedentes históricos que llevaron al Buddha a exponer
el Karanìya Mettà Sutta son explicados en el comentario
escrito por Àcariya Buddhaghosa, quien había recibido
el sutta de una ininterrumpida línea de Ancianos que se remontaba
a los días del mismo Buddha.
Se dice que quinientos monjes recibieron instrucciones del Buddha
sobre técnicas particulares de meditación convenientes
para cada temperamento individual. Entonces, ellos fueron a las estribaciones
de los Himalayas y dedicaron los cuatro meses del retiro de las lluvias
a vivir una vida de abstinencia e intensiva meditación. En
aquellos días, uno o dos meses antes que el retiro de las lluvias
comenzara, monjes de todas partes del país se reunirían
donde el Buddha se encontrara para recibir instrucciones directas
del Supremo Maestro. De este modo, regresarían a sus monasterios,
viviendas del bosque o ermitas para realizar una vigorosa tentativa
de liberación espiritual. Así fue cómo estos
quinientos monjes fueron hasta donde residía el Buddha, el
monasterio construido por Anàthapindika en el Bosque
de Jeta en Sàvatthì.
Después de recibir instrucciones fueron en busca de un lugar
adecuado y, en el curso de su deambular, pronto hallaron una hermosa
colina a los pies de los Himalayas. Ésta, de acuerdo con el
comentario, “parecía un brillante cristal de cuarzo azul:
embellecida con un fresco, tupido y verde bosque y un trecho del suelo
cubierto de arena, como una red de perlas o un manto de plata, y provista
de un límpido manantial de agua fresca”. Los bhikkhus
fueron cautivados por el panorama. Había algunas aldeas cerca,
y también un pequeño mercado comunitario ideal como
recurso para limosnas. Los bhikkhus pasaron una noche en ese idílico
bosque y a la mañana siguiente fueron al mercado por limosnas.
Los habitantes del lugar estaban llenos de alegría de ver
a los monjes, ya que pocas veces una comunidad de monjes había
ido de retiro a esa parte de los Himalayas. Estos piadosos devotos
dieron de comer a los monjes y les suplicaron que se quedaran como
sus invitados, prometiendo construir a cada uno de ellos una cabaña
cerca del bosque sobre el trecho de arena, de modo que pudieran pasar
sus días y sus noches sumergidos en la meditación bajo
las antiguas ramas de los majestuosos árboles. Los bhikkhus
estuvieron de acuerdo y los devotos del área pronto construyeron
pequeñas cabañas al borde del bosque, proporcionando
a cada una de ellas una cama de madera, un taburete y recipientes
para el agua para beber y asearse.
Después que los monjes se instalaron satisfactoriamente en
esas cabañas, cada uno seleccionó un árbol para
meditar bajo él día y noche. Ahora, se dice que estos
grandes árboles eran habitados por deidades de los árboles,
quienes habían construido una mansión celestial usando
convenientemente los árboles como base. Estas deidades, por
reverencia a los monjes meditantes, se hicieron a un lado con sus
familias. La virtud era reverenciada por todos, particularmente por
las deidades, y cuando los monjes se sentaron bajo los árboles,
las deidades, que eran cabeza de familia, no querían permanecer
sobre ellos. Pensaron que los monjes permanecerían sólo
por una noche o dos, y con mucho gusto soportaron la molestia. Pero
como los días pasaban y los monjes aún seguían
ocupando las bases de los árboles, las deidades se preguntaron
cuándo se marcharían. Eran como aldeanos desposeídos
cuyos hogares habían sido requisados por los oficiales de un
visitante de la realeza, y se quedaron vigilando desde lejos con preocupación,
preguntándose cuándo los recobrarían.
Estas desposeídas deidades discutieron acerca de la situación
y decidieron ahuyentar a los monjes mostrándoles cosas terribles,
haciendo ruidos horrorosos y creando un hedor asqueroso. Consecuentemente
materializaron todas esas terribles condiciones y afligieron a los
monjes. Pronto los monjes se pusieron pálidos y ya no podían
concentrarse en sus temas de meditación. Como las deidades
continuaban hostigándolos, perdieron hasta su vigilancia básica
y sus cerebros parecían sofocarse por las visiones opresivas,
el ruido y el hedor. Cuando los monjes se reunieron con el Anciano
más antiguo del grupo, cada uno contó sus experiencias.
El Anciano sugirió: “Vayamos, hermanos, donde el Bendito
y presentémosle nuestro problema. Hay dos tipos de retiro de
las lluvias —el primero y el último. Aunque estaremos
rompiendo el primer retiro al irnos de este sitio, siempre podemos
tomar el último retiro después de reunirnos con el Señor”.
Los monjes estuvieron de acuerdo y partieron inmediatamente, incluso
sin informar a los devotos.
Por etapas arribaron a Sàvatthì, fueron ante el Bendito,
se postraron a sus pies y relataron sus espantosas experiencias, solicitando
patéticamente otro lugar. El Buddha, con su poder paranormal,
exploró toda la India, pero sin hallar ningún lugar
excepto el mismo sitio donde ellos podrían alcanzar la liberación
espiritual. Les dijo: “Monjes, ¡regresen al mismo lugar!
Es solamente esforzándose allí que podrán destruir
las impurezas interiores. ¡No teman! Si quieren liberarse del
acoso de las deidades aprendan este sutta. Será tanto un tema
de meditación como una fórmula para la protección
(paritta)”. Entonces el Maestro recitó el Karanìya
Mettà Sutta —el Himno del Amor Universal— que los
monjes aprendieron de memoria en presencia del Señor. De este
modo, regresaron al mismo lugar.
Mientras los monjes se aproximaban a sus viviendas en el bosque recitando
el Mettà Sutta, pensando y meditando en la esencia de su significado,
los corazones de las deidades se tornaron tan plenos de cálidos
sentimientos de buena voluntad que se materializaron con forma humana
y recibieron a los monjes con gran piedad. Tomaron sus cuencos, los
condujeron a sus habitaciones, les suministraron agua y alimento y,
luego, reasumiendo su forma normal, les invitaron a ocupar las bases
de los árboles y a meditar sin ninguna duda o temor.
Además, durante los tres meses de la residencia de las lluvias,
las deidades no sólo cuidaron de los monjes en todo sentido,
sino que se aseguraron que el lugar estuviera completamente libre
de todo ruido. Gozando de perfecto silencio, al final de la estación
de las lluvias todos los monjes alcanzaron el pináculo de la
perfección espiritual. Cada uno de los quinientos monjes se
convirtió en Arahat.
En efecto, tal es el poder intrínseco en el Mettà Sutta.
Quien con firme fe recite el sutta, invocando la protección
de las deidades y meditando sobre mettà, no sólo se
protegerá a sí mismo en todo sentido, sino que también
protegerá a todos aquellos a su alrededor, y logrará
un progreso espiritual que puede ser verificado verdaderamente. Ningún
mal puede sobrevenir a una persona que sigue el camino de mettà.
Tres Aspectos de Mettà
El Mettà Sutta está compuesto de tres partes, cada
una de las cuales se enfoca en un aspecto distinto de mettà.
La primera parte (líneas 3 a 10) cubre aquel aspecto que requiere
de una minuciosa y sistemática aplicación del amor benevolente
en la conducta diaria de uno. La segunda parte (líneas 11 a
20) alude al amor benevolente como una técnica diferente de
meditación o cultura de la mente que conduce al samàdhi
—consciencia superior inducida por la absorción. Y la
tercera parte (líneas 21 a 40) subraya un compromiso total
con la filosofía del amor universal y sus extensiones personales,
sociales y empíricas —amor benevolente a través
de todas las actividades corporales, verbales y mentales.
Mettà ha sido identificado como aquel factor específico
que “madura” el mérito acumulado (puñña)
adquirido a través de las diez vías para la adquisición
de mérito (dasapuñña-kiriyavatthu)[1],
como la práctica de generosidad, virtud, etc.
Es mettà quien lleva a la madurez las diez exaltadas cualidades
espirituales conocidas como “perfecciones” (pàramità)[2].
De este modo, la práctica de mettà puede asemejarse
a plantar un gran árbol, desde el momento en que la semilla
es sembrada hasta el momento en que el árbol está pesadamente
cargado con deliciosas frutas y expande ampliamente su dulce aroma,
atrayendo miríadas de criaturas hacia él para disfrutar
de su sabrosa y nutritiva generosidad. La germinación de la
semilla y el crecimiento de la planta son ocasionados por la primera
parte del sutta. En la segunda parte, el árbol, robusto y desarrollado,
está totalmente cubierto con fragantes y bonitas flores, captando
todas las miradas sobre sí.
Como modelo de conducta, el primer aspecto de mettà hace crecer
nuestra vida como un árbol, provechosa, generosa y noble. Mettà,
como meditación, genera ese florecimiento espiritual con el
cual la vida entera de uno se vuelve una fuente de alegría
para todos. La tercera parte contempla en esta imagen la fructificación
de aquel proceso de desarrollo espiritual por medio del cual uno produce
una aplicación ilimitada del amor espiritual que puede condicionar
poderosamente a la sociedad en su conjunto y conducirnos a la cumbre
de la realización trascendental.
La mente humana es como una mina que contiene una fuente inagotable
de poder espiritual e insight[3].
Este inmenso potencial interno de mérito puede ser explotado
en su totalidad solamente a través de la práctica de
mettà, como es evidente en la descripción de mettà
como aquella “fuerza maduradora” que madura los méritos
inactivos. El Mangala Sutta dice que sólo después de
que uno haya efectuado una elevada relación interpersonal (por
la frecuentación de buena compañía, etc.), elige
el entorno correcto para que los méritos del pasado fructifiquen.
Este hallazgo de fruición es exactamente lo que hace mettà.
La mera anulación de la mala compañía viviendo
en un ambiente refinado no es suficiente; la mente tiene que ser cultivada
a través de mettà. De ahí la alusión a
la fructificación del mérito pasado.
La Ética de Mettà
Ética, en el contexto buddhista, es la recta conducta que
trae felicidad y paz a la mente y nunca da surgimiento a remordimiento,
preocupación o inquietud. Este es el beneficio psicológico
inmediato. La recta conducta también lleva a un feliz renacimiento,
permitiendo a un aspirante futuros progresos en el camino hacia la
liberación espiritual. Además es la base para progresar
en el Dhamma aquí y ahora. En otras palabras, el recto lenguaje,
la recta acción y el recto sustento del Noble Óctuple
Sendero del Buddha constituyen la recta conducta en el mejor de los
sentidos.
La ética buddhista es doble: la práctica de ciertas
virtudes (càritta) y preceptos de abstinencia (vàritta).
Càritta es hallado en el Mettà Sutta de la siguiente
manera:
Debe ser hábil, honesto y justo,
Apacible en lenguaje, dócil y sin orgullo.
Contento, ha de ser fácil de sustentar,
Con pocas obligaciones, y de vida simple.
Tranquilos sus sentidos, que sea prudente,
Y respetuoso, sin apego a familias.
Vàritta es cubierto por el próximo gàthà:
Además, debe refrenarse de toda acción
Que de al sabio razón para reprobarle.
Càritta y vàritta son así practicados a través
del mettà expresado en la acción verbal y corporal;
la felicidad interior y el deseo altruista resultantes son reflejados
por el mettà de acción mental del aspirante, tal como
lo encontramos en la conclusión de la estrofa:
Puedan todos estar bien y seguros,
¡Que todos los seres sean felices!
La ética de mettà, de este modo, no sólo proporciona
bienestar subjetivo, o la oportunidad de progresar en el Dhamma aquí
y ahora y de gozar de un feliz renacimiento en el futuro, sino también
audacia y seguridad —abhayadàna y khemadàna.
Un análisis del patrón de comportamiento y rasgos recomendado
por el Mettà Sutta para una interacción significativa,
tanto en referencia a las personas individualmente como a la sociedad
en su conjunto, nos provee de suficiente insight sobre las numerosas
implicaciones del sutta para la salud mental.
Habilidad no es sólo mera eficiencia o destreza, sino hacer
algo bien, considerando no causar inconvenientes a los demás.
Ya que un hombre hábil puede volverse muy presumido, al practicante
se le aconseja que sea “honesto y justo”, mientras es
“apacible en lenguaje, dócil y sin orgullo” —en
efecto, una perfecta síntesis y equilibrio de rasgos.
El que tiene contento es “fácil de sustentar”.
La frugalidad, por consideración a los demás, es un
rasgo noble. Uno llega a mostrar refinamiento a tal punto que reduce
sus propias necesidades como ejemplo para los demás y como
forma de no incomodarlos. Más grosera y materialista se vuelve
una persona, más aumentan sus necesidades. El criterio para
juzgar la salud mental de una cierta sociedad es, de este modo, la
disminución de necesidades, es decir, el elemento de la satisfacción.
Una vida materialista y egocéntrica está caracterizada
no sólo por un incremento de las necesidades sino también
por la inquietud, proyectándose en la existencia con muchas
obligaciones e hiperactiva, carente de moderación y autocontención.
Mettà, que promueve el bienestar de todos, tiene que ser naturalmente
construido sobre tales cualidades de sobrio humanismo como es reflejado
en el hecho de tener unas pocas tareas significativas y selectas que
conducen al máximo bienestar de todos.
Vivir una vida simple, como expresión de mettà, implica
una reorientación de nuestra perspectiva y conducta, incluso
en nuestro mundo competitivo, ávido de placer y de mentalidad
posesiva. Un hombre de vida simple es apacible, pero eficiente y efectivo,
y posee contención sobre sus facultades sensoriales, siendo
moderado, frugal y controlado. Para tal persona, la cultura mental
a través de la meditación se torna natural y sin ningún
esfuerzo: de ahí el atributo “tranquilo en sus sentidos”.
Mettà en la conducta incluye el ejercicio de la prudencia,
es decir, sabiduría práctica. Es solamente la persona
sabia y sagaz la que puede realmente practicar mettà en sus
diversas formas en la vida diaria y en todas las modalidades de relación
humana. El fariseísmo, que surge de la sensación de
ser mejor o más devoto que otros, puede ser (y a menudo lo
es) una máscara de práctica espiritual. Ser “respetuoso,
sin apego a familias”, de este modo, es un indicador para que
la persona de mettà no se complazca con hipocresías
de ninguna manera.
Además, al practicante de mettà se le aconseja refrenarse
de toda acción, incluyendo convenciones sociales, por la cual
un sabio pueda reprobarle, como la carencia de prudencia y decoro.
No es suficiente conque uno sea bueno, también tiene que parecerlo,
tanto en consideración de su propio bienestar como del de los
demás. Una vida ejemplar debe ser vivida para beneficio de
todos, para el bienestar de la sociedad.
Una persona que vive de esta manera, ahora se sumerge en el cultivo
de la ilimitada mente de mettà mediante determinadas técnicas
de meditación como está previsto en la parte restante
del sutta.
Mettà también es llamado paritta —una
fórmula espiritual capaz de salvaguardar nuestro bienestar,
protegernos contra todo peligro y rescatarnos de la desgracia y el
infortunio.
Los monjes no podían permanecer y meditar en aquel hermoso
bosque provisto con todas las facilidades porque las deidades eran
hostiles y tuvieron que abandonar el lugar. Al armarse con la protección
del Mettà Sutta, que recitaron y meditaron durante todo el
viaje, en el momento en que llegaban al lugar, las deidades ya estaban
esperándolos plenas de sentimientos de amistad. La hostilidad
se había convertido en hospitalidad.
La protección del paritta trabaja tanto subjetiva como objetivamente.
Subjetivamente, a medida que mettà limpia y fortalece la mente,
también despierta el potencial inactivo, resultando en la transmutación
espiritual de la personalidad. Transformada por mettà, la mente
ya no es obsesionada por codicia, odio, lujuria, envidia y aquellos
otros factores contaminantes de la mente que son nuestro verdadero
enemigo y fuente de infortunio.
Objetivamente, mettà, como fuerza del pensamiento, es capaz
de influir en cualquier mente en cualquier lugar, desarrollada o no-desarrollada.
La irradiación de mettà puede no sólo calmar
a una persona o remover los dardos del odio de su interior, sino que,
en algunos casos, puede incluso curarla de una severa enfermedad.
Es una experiencia común en los países buddhistas ver
cómo la gente es curada de todo tipo de enfermedades y liberada
del infortunio mediante la recitación del paritta. De modo
que mettà es verdadero poder de sanación. En este sentido
mettà actúa como paritta, una fórmula
de sanación que proporciona protección.
La Psicología de Mettà
Los comentarios Pali explican que:
Uno ama a todos los seres:
a) al no hostigar a ningún ser, así evita el hostigamiento;
b) al ser inofensivo (hacia todo ser), así evita la ofensividad;
c) al no torturar (a ningún ser), así evita la tortura;
d) al no destruir (ninguna vida), así evita la destructividad;
e) al no exasperar (a ningún ser), así evita la exasperación;
f) al proyectar el pensamiento, “Que todos los seres sean
amistosos y carezcan de hostilidad”;
g) al proyectar el pensamiento, “Que todos los seres sean
felices y carezcan infelicidad”;
h) al proyectar el pensamiento, “Que todos los seres gocen
de bienestar y carezcan de aflicción”;
En estas ocho maneras uno ama a todos los seres; por lo tanto, esto
es llamado amor universal. Y puesto que uno concibe (interiormente)
esta cualidad (del amor), ella es de la mente. Y como esta mente es
libre de todo pensamiento de malevolencia, el agregado del amor, la
mente y la liberación son definidos como amor universal que
conduce a la liberación de la mente.
Del pasaje anterior vemos que mettà implica la “disminución”
de los rasgos negativos por una enérgica puesta en práctica
de las correlativas virtudes positivas. Es sólo cuando uno
practica enérgicamente el no-hostigamiento hacia todos los
seres que puede disminuir la tendencia de hostigar a los demás.
Del mismo modo, es con las otras cualidades de inofensividad, no-tormento,
no-destrucción y no-exasperación en acto, palabra y
pensamiento que uno puede disminuir las características negativas
de ser ofensivo, de atormentar a otros, de destructividad y de exasperación.
Además de tal conducta positiva y principio de vida, uno también
cultiva la mente a través de una técnica específica
de meditación denominada mettà-bhàvanà,
que genera poderosos pensamientos de amor espiritual que crece sin
límites, volviéndose auto-consciente, infinito y universal.
Pensamientos que desean que todos los seres sean amistosos y nunca
hostiles, felices y nunca infelices, experimentando bienestar y nunca
aflicción, implican no sólo atenuación o carencia
de límites, sino también la completa liberación
de la mente. De ahí lo apropiado de la expresión “amor
universal que conduce a la liberación de la mente”.
En lo que respecta al significado de los cinco aspectos opuestos
de mettà, hostigamiento es el deseo de oprimir o perjudicar;
ofensividad es la tendencia a lastimar o herir; tortura es sinónimo
de una tendencia sádica de tormento, sometiendo a otros al
dolor o a la miseria; destructividad es acabar con algo o terminarlo,
el rasgo de extremista e iconoclasta; exasperación es agotar,
molestar o causar a otros preocupación y tensión. Cada
una de estas tendencias se arraiga en la antipatía y la malevolencia,
y proporciona un contraste a mettà, ya sea como modo de conducta
o como estado psicológico o actitud de la mente.
La sustitución de un rasgo negativo por el opuesto positivo
implica naturalmente una actitud ante la vida muy desarrollada y madura.
La habilidad de no hostigar, no ofender, no torturar, no destruir
y no exasperar significa un modo de comportamiento muy refinado, bello
y amoroso en un mundo donde la interacción entre los seres
humanos crea tanta tensión y miseria.
De acuerdo con el Visuddhimagga, mettà es un “solvente”
que “diluye” no sólo nuestros propios contaminantes
psíquicos de ira, resentimiento y ofensividad, sino también
los de los demás. Después de tomar una actitud de amistad,
incluso el hostil se vuelve un amigo.
Mettà se caracteriza como aquello que “promueve el bienestar”.
Su función es “preferir el bienestar” en lugar
del mal. Se manifiesta como una fuerza que “remueve el fastidio”
y su causa próxima es la tendencia a ver el lado bueno de las
cosas y de los seres y nunca los defectos. Mettà tiene éxito
cuando ama, y fracasa cuando degenera en afecto mundano.
Queda claro en este análisis que sólo cuando uno tiende
a ver lo bueno en las personas, y prefiere el bienestar de otros y,
consecuentemente, es inofensivo (al remover todo fastidio o herida)
y promueve activamente dicho bienestar, mettà funciona como
un solvente. Se dice que el propósito último de mettà
es alcanzar el insight trascendental, y si eso no es posible, al menos
llevar al renacimiento en la sublime esfera del mundo de Brahma, además
de traer paz interior y un saludable estado de la mente aquí
y ahora. De ahí la promesa del Buddha en el Mettà Sutta:
Ya no sosteniendo creencias erróneas,
Con virtud y visión de lo fundamental,
Y habiendo superado todo deseo sensual,
Nunca de un útero uno vuelve a nacer.
El amor aparta la malevolencia, que es la más dañina
de las emociones. Por eso se ha dicho: “Porque esto es el abandono
de la malevolencia, amigos, a saber, la liberación de la mente
forjada a través del amor universal” (Dìgha Nikàya,
III. 234).
En la práctica de mettà es importante comprender las
emociones que le anulan, tanto por ser parecidas como por ser distintas.
El Visuddhimagga las denomina “los dos enemigos —el cercano
y el remoto—”. Codicia, lujuria, afecto mundano, sensualidad,
se dice que son “enemigos cercanos” porque son similares
en las tendencias. El lujurioso también ve el “lado bueno”
o “la belleza”, y así queda involucrado. El amor
debe estar protegido contra esto para que las máscaras de estas
emociones no engañen al meditador.
Malevolencia, ira y odio, son emociones distintas, por lo tanto constituyen
el “enemigo remoto”. El enemigo remoto puede ser distinguido
fácilmente, de modo que no hay que temerle sino que hay superarlo
por la proyección de una fuerza superior, aquella del amor.
Pero uno tiene que ser cauteloso con el enemigo cercano porque genera
auto-engaño, que es lo peor que le puede suceder a un individuo.
Se dice que mettà comienza solamente cuando existe entusiasmo
en la forma de un deseo de actuar. Habiendo comenzado mediante un
fervoroso esfuerzo, sólo puede continuarse cuando los cinco
impedimentos mentales —deseo sensual, malevolencia, pereza y
sopor, inquietud y preocupación, y duda— son dominados.
Mettà alcanza la consumación en el logro de la absorción
(jhàna).
Meditación de Mettà
Existen varias formas de practicar mettà-bhàvanà,
la meditación del amor universal. Tres de los principales métodos
serán explicados aquí. Estas instrucciones, basadas
en fuentes canónicas y comentarios, intentan explicar la práctica
de la meditación de mettà en una forma clara, simple
y directa, de modo que nadie que desee dedicarse seriamente a la práctica
encontrará duda alguna acerca de cómo proceder. Para
instrucciones detalladas sobre la teoría y práctica
de mettà-bhàvanà el lector puede consultar el
Visuddhimagga, Capítulo IX.
MÉTODO 1
Siéntate en una postura cómoda en un lugar tranquilo
—un santuario, una habitación tranquila, un parque o
cualquier otro lugar que proporcione privacidad y silencio. Mantén
los ojos cerrados, repite la palabra “mettà” durante
algún tiempo y evoca mentalmente su significado —amor
como opuesto a odio, resentimiento, malevolencia, impaciencia, orgullo
y arrogancia, y como un profundo sentimiento de buena voluntad, simpatía
y bondad que promueve la felicidad y el bienestar de los otros.
Ahora visualiza tu propio rostro con un feliz y radiante humor. Todo
el tiempo ve tu rostro como en un espejo, contémplate a ti
mismo en un estado de ánimo alegre y ponte en ese mismo estado
durante la meditación. Una persona en un estado de felicidad
no puede enojarse o abrigar pensamientos y sentimientos negativos.
Habiéndote visualizado en un estado de ánimo de felicidad,
ahora ataca con el pensamiento: “Que yo esté libre de
hostilidad, libre de aflicción, libre de angustia; que yo viva
feliz”. Mientras te inundas con el pensamiento-fuerza positivo
del amor, te vuelves como una vasija llena cuyo contenido está
listo para desbordarse en todas las direcciones.
Luego, visualiza a tu profesor de meditación, si vive; si
no, elige algún otro profesor o persona venerable viva. Contémplalo
en un estado de ánimo feliz y proyecta el pensamiento: “Que
mi profesor esté libre de hostilidad, libre de aflicción,
libre de angustia; que él viva feliz”.
Entonces, piensa en otras personas que sean venerables y que también
estén vivas —monjes, profesores, padres, ancianos—
y, con intensidad, extiende hacia cada uno de ellos el pensamiento
de mettà en la manera ya mencionada: “Que ellos estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
La visualización tiene que ser clara y el pensamiento-irradiación
tiene que ser bien “deseado”. Si la visualización
es hecha deprisa o el deseo es llevado a cabo en forma superficial
o mecánica, la práctica será de poco provecho,
para luego convertirse en el mero pasatiempo intelectual de pensar
acerca de mettà. Uno debe comprender claramente que pensar
acerca de mettà es una cosa, y hacer mettà, proyectar
enérgicamente el deseo-fuerza del amor benevolente, es otra
bastante diferente.
Nota que sólo debe ser visualizada una persona viva, no una
persona muerta. La razón de esto es que la persona muerta,
habiendo cambiado de forma, estará fuera de foco para la proyección
de mettà. El objeto de mettà es siempre un ser viviente,
y el pensamiento-fuerza se volverá inefectivo si el objeto
no está vivo.
Habiendo irradiado pensamientos de mettà en el orden ya mencionado
—uno mismo, el profesor de meditación y las demás
personas venerables—, debes ahora visualizar, uno por uno, a
tus seres queridos, comenzando con los miembros de tu familia, inundando
a cada uno con abundantes rayos de amor benevolente. La caridad comienza
por casa: si no puedes amar a tu propia gente no podrás amar
a otros.
Mientras esparces mettà hacia los miembros de tu propia familia,
debes tener cuidado al pensar sobre alguien muy querido, como tu esposa
o esposo, al final de este círculo. La razón de ello
es que la intimidad entre marido y mujer introduce el elemento del
amor mundano, el cual mancha a mettà. El amor espiritual debe
ser el mismo hacia todos. Del mismo modo, si uno ha tenido un malentendido
o pleito temporario con algún miembro de su familia o pariente,
éste debería ser visualizado en una etapa posterior
para evitar recordar el desagradable incidente.
Luego, debes visualizar personas neutrales, personas que ni te agraden
ni desagraden, como vecinos, colegas del trabajo, conocidos, etc.
Habiendo irradiado pensamientos de amor hacia cada uno en este círculo
neutral, debes ahora visualizar personas hacia las cuales sientes
desagrado, hostilidad o prejuicios, incluso aquellas con las cuales
puedas haber tenido un malentendido temporario. Mientras visualizas
a las personas que te desagradan, para cada una tienes que repetir
mentalmente: “Yo no tengo hostilidad hacia él/ella, que
él/ella no tenga ninguna hostilidad hacia mí. ¡Que
él/ella sea feliz!”
De esta manera, mientras uno visualiza a las personas de los diferentes
círculos, “rompe la barrera” causada por los gustos
y las aversiones, el apego y el odio. Cuando uno es capaz de considerar
a un enemigo sin malevolencia y con la misma dosis de buena voluntad
que tiene para con un amigo muy querido, mettà, entonces, adquiere
una imparcialidad suprema, elevando la mente hacia arriba y hacia
fuera como en un movimiento en espiral de círculos expansivos
hasta volverse ilimitada.
Por visualización entendemos “llamar a la mente”
o hacer visible ciertos objetos, como una persona, un área,
una dirección o una categoría de seres. En otras palabras
significa imaginar a las personas hacia las cuales los pensamientos
de amor tienen que ser proyectados o extendidos. Por ejemplo, imagina
a tu padre, visualiza su rostro muy alegre y radiante y proyecta el
pensamiento hacia la imagen visualizada diciendo mentalmente: “¡Que
él sea feliz! ¡Que él esté libre de enfermedades
o problemas! Que él goce de buena salud”. Puedes usar
cualquier pensamiento que promueva su bienestar.
Por irradiación entendemos, como fue explicado anteriormente,
la proyección de ciertos pensamientos que promueven el bienestar
de aquellas personas hacia las cuales dirigimos nuestra mente. Un
pensamiento de mettà es un poderoso pensamiento-fuerza. Puede
realmente realizar lo que ha sido deseado. Se complace en desear bienestar
y, así, es acción creativa. De hecho, todo lo que el
hombre ha creado en diferentes campos es el resultado de lo que él
ha deseado, ya sea una ciudad o un proyecto hidroeléctrico,
un cohete que va a la luna, un arma de destrucción o una obra
maestra artística o literaria. La irradiación de pensamientos
de mettà, también, es el desarrollo de un poder de voluntad
que puede realizar lo que se desea. No es una rara experiencia ver
enfermedades curadas o desgracias disueltas, incluso desde una gran
distancia, por la aplicación del pensamiento-fuerza de mettà.
Pero este pensamiento-fuerza tiene que ser generado de un modo muy
específico y hábil, siguiendo cierta secuencia.
La fórmula para irradiar mettà que aquí es utilizada
deriva del antiguo Patisambhidàmagga: “Que ellos
estén libres de hostilidad, libres de aflicción, libres
de angustia; que ellos vivan felices” (averà hontu,
abyàpajjhà hontu, anighà hontu, sukhì
attànam pariharantu). El comentario explicativo de estos
términos es muy significativo. “Libre de hostilidad”
(averà) significa ausencia de hostilidad originada a causa
de uno mismo o de otros, o a causa de uno mismo debido a otros o de
otros debido a uno mismo u otros. Nuestra propia ira hacia nosotros
mismos puede tomar la forma de auto-compasión, remordimiento
o una conmovedora sensación de culpa. Puede ser condicionada
por la interacción con los demás. La hostilidad combina
la ira y la enemistad. “Libre de aflicción” (abyàpajjhà)
significa ausencia de dolor o sufrimiento físico. “Libre
de angustia” (anighà) significa ausencia de sufrimiento
mental, congoja o ansiedad, que a menudo resulta en hostilidad o aflicción
corporal. Es sólo cuando uno está libre de hostilidad,
aflicción y angustia que “vive feliz”, es decir,
se conduce a sí mismo con soltura y felicidad. De este modo,
todos estos términos están interconectados.
Por orden entendemos visualizar objetos, uno después del otro,
tomando el camino de menor resistencia, en una secuencia gradual que
expande progresivamente el círculo y, con ello, la mente misma.
El Visuddhimagga es enfático acerca de este orden. Según
Àcariya Buddhaghosa uno tiene que comenzar la meditación
de mettà visualizándose a sí mismo y, posteriormente,
a una persona por la cual uno tenga veneración, a continuación
a los seres queridos, luego a la gente neutral, después a las
personas hostiles. Mientras uno irradia pensamientos de amor en este
orden, la mente rompe todas las barreras entre uno mismo, alguien
a quien respetamos, los seres queridos, las personas neutrales y las
personas hostiles. Todos llegan a ser vistos como iguales con los
ojos del amor benevolente.
En el Visuddhimagga, Àcariya Buddhaghosa da una analogía
muy apropiada sobre romper barreras: “Supone que unos bandidos
se acercan hasta donde un meditador está sentado junto a una
persona que respeta, una persona amada, una neutral y una hostil o
malvada y demandan, ‘Amigos, queremos a uno de ustedes con el
propósito de ofrecer un sacrificio humano’. Si el meditador
piensa, ‘Que se lleven a éste o aquel’, no está
superando las barreras. E incluso si piensa, ‘Que no se lleven
a ninguno de ellos, que me lleven a mí’, aún así
no está superando las barreras ya que busca su propio perjuicio,
y la meditación de mettà significa el bienestar de todos.
Pero cuando él no ve la necesidad de que alguien sea entregado
a los bandidos y proyecta el pensamiento de amor hacia todos, incluyendo
a los bandidos, entonces estaría rompiendo las barreras.”
MÉTODO 2
El primer método para la práctica de la meditación
de mettà emplea la proyección de pensamientos de amor
hacia individuos específicos en orden de creciente lejanía
con respecto a uno. El segundo método presenta una modalidad
impersonal de irradiar mettà que hace a la mente ilimitada,
como sugiere el término Pali mettà-cetovimutti, “la
liberación de la mente a través del amor universal”.
La mente no liberada está presa entre paredes de egocentrismo,
codicia, odio, ilusión, envidia y miseria. Mientras la mente
se encuentra en posesión de estos impuros y limitantes factores
mentales, permanece embotada y aprisionada. Mettà libera la
mente cortando dichas ataduras, y la mente liberada crece naturalmente
ilimitada e inmensurable. Así como la tierra no puede quedarse
“sin tierra”, la mente de mettà no puede ser limitada.
Después de completar la irradiación de mettà
hacia las personas seleccionadas, cuando la mente rompe las barreras
existentes entre uno mismo y alguien a quien respetamos, los seres
queridos, amigos, personas neutras y hostiles, el meditador ahora
se embarca en la gran travesía de la irradiación impersonal,
como un valeroso barco navegando a través del vasto e inconmensurable
océano, conservando, no obstante, su ruta y su objetivo. La
técnica es la siguiente.
Imagina a las personas que residen en tu casa como si formaran un
conjunto, entonces abraza a todos ellos en tu corazón irradiando
pensamientos de mettà: “Que todos aquellos que habitan
en esta casa estén libres de hostilidad, libres de aflicción,
libres de angustia; que todos vivan felices”. Habiendo visualizado
tu propia casa de esta manera, debes ahora visualizar la casa contigua
y todos sus residentes, y luego la próxima casa, y la siguiente,
y así sucesivamente hasta que todas las casas en esa calle
sean cubiertas de la misma forma por un amor benevolente ilimitado.
Luego el meditador tiene que dedicarse a la próxima calle,
y a la siguiente, hasta cubrir todo el vecindario. Después,
extensión por extensión, en una misma dirección,
debe ser visualizada claramente e inundada con rayos de mettà
en abundante medida. De esta forma hay que cubrir el pueblo o la ciudad
entera; luego hay que cubrir el distrito y todo el estado con pensamientos
de mettà.
Posteriormente debes visualizar estado tras estado, comenzando por
el tuyo propio, luego el resto de los estados en las diferentes direcciones:
este, sur, oeste y norte. Así, debes cubrir la totalidad de
tu país, visualizando geográficamente la gente de dichas
tierras sin distinción de clase, raza, secta o religión.
Piensa: “¡Que todos en estas tierras vivan en paz y bienestar!
¡Que no haya guerras, ni disputas, ni desgracias, ni enfermedades!
Resplandecientes de amistad y buena fortuna, de compasión y
sabiduría, que todos en este gran país gocen de paz
y plenitud”.
Ahora debes cubrir todo el continente, país por país,
en todas las direcciones, este, sur, oeste y norte. Imaginando geográficamente
cada país y su gente de acuerdo con sus apariencias, debes
irradiar en abundante medida pensamientos de mettà: “¡Que
ellos sean felices! ¡Que no haya disputas ni discordia! ¡Que
la buena voluntad y la comprensión prevalezcan! ¡Que
la paz sea con todos!”
Después tienes que dedicarte a todos los continentes —África,
Asia, Australia, Europa, América del Norte y del Sur—
visualizando país por país y pueblo por pueblo, abarcando
el globo en su totalidad. Imagínate a ti mismo en un punto
particular del globo y, entonces, proyecta poderosos rayos de mettà
envolviendo una dirección del globo, luego la siguiente, luego
otra y así sucesivamente hasta que el globo entero esté
inundado y envuelto completamente por cálidos pensamientos
de amor universal.
Debes ahora proyectar en la inmensidad del espacio poderosos rayos
de mettà hacia todos los seres que viven en otras dimensiones,
primero en las cuatro direcciones cardinales —este, sur, oeste
y norte—, luego en las direcciones intermedias —noreste,
sureste, suroeste, noroeste— y después hacia arriba y
hacia abajo, cubriendo las diez direcciones con abundantes e inmensurables
pensamientos de amor universal.
MÉTODO 3
De acuerdo con la cosmología del Buddhismo existen innumerables
sistemas planetarios habitados por categorías infinitamente
variadas de seres en diferentes etapas de evolución. Nuestro
mundo es sólo una partícula en nuestro sistema planetario,
que a su vez es un punto diminuto en el universo con sus innumerables
sistemas planetarios. Hacia todos los seres por todas partes debes
irradiar pensamientos de amor ilimitado. Esto es desarrollado en el
próximo método de práctica, la universalización
de mettà.
La universalización de mettà se lleva a cabo en estas
tres modalidades específicas:
1. Irradiación Generalizada (anodhiso-pharanà),
2. Irradiación Específica (odhiso-pharanà),
3. Irradiación Direccional (disà-pharanà).
De acuerdo con el Patisambhidàmagga, la irradiación
generalizada de mettà se practica de cinco maneras, la irradiación
específica de siete maneras y la irradiación direccional
de diez maneras. Estas diez formas direccionales se pueden combinar
con las cinco categorías de irradiación general y con
las siete categorías de irradiación específica,
como veremos a continuación. En cada una de estas modalidades
de práctica, cualquiera de las cuatro frases de la fórmula
standard de mettà —“Que ellos estén libres
de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia; que
ellos vivan felices”— puede ser utilizada como pensamiento
de irradiación. Así, cuatro tipos de pensamiento aplicados
a cinco, siete, y 120 objetos de mettà suman 528 modos de irradiación.
Cualquiera de ellos puede ser usado como vehículo para alcanzar
la absorción (jhàna) a través de la técnica
de mettà-bhàvanà. (Ver Vism. IX, 58).
Irradiación Generalizada
Las cuatro modalidades de irradiación generalizada son las
siguientes:
1. “Que todos los seres (sabbe sattà) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
2. “Que todos aquellos que respiran (sabbe pànà)
estén libres de hostilidad, libres de aflicción, libres
de angustia; que ellos vivan felices”.
3. “Que todas las criaturas (sabbe bhùtà) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellas vivan felices”.
4. “Que todos aquellos con existencia individual (sabbe puggalà)
estén libres de hostilidad, libres de aflicción, libres
de angustia; que ellos vivan felices”.
5. “Que todos aquellos que han encarnado (sabbe attabhàvapariyàpanna)
estén libres de hostilidad, libres de aflicción, libres
de angustia; que ellos vivan felices”.
Irradiación Específica
Las siete modalidades de irradiación específica son
las siguientes:
1. “Que todas las mujeres (sabbà itthiyo) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellas vivan felices”.
2. “Que todos los varones (sabbe purisà) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
3. “Que todos los Nobles (sabbe ariyà) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
4. “Que todos los seres mundanos (sabbe anariyà) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
5. “Que todos los dioses (sabbe devà) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
6. “Que todos los seres humanos (sabbe manussà) estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
7. “Que todos aquellos en estados de desgracia (sabbe vinipàtikà)
estén libres de hostilidad, libres de aflicción, libres
de angustia; que ellos vivan felices”.
Irradiación Direccional
Las diez modalidades de irradiación direccional involucran
la emisión de pensamientos de mettà hacia todos los
seres en las diez direcciones. Este método, en su forma básica,
se aplica a la categoría de los seres (sattà), el primero
de los cinco objetos generalizados de mettà. Pero puede ser
llevado más allá extendiendo mettà a través
de cada uno de los cinco modos de irradiación generalizada
y los siete modos de irradiación específica, como veremos
a continuación.
I. 1. “Que todos los seres en dirección
al este estén libres de hostilidad, libres de aflicción,
libres de angustia; que ellos vivan felices”.
2. “Que todos los seres en dirección al oeste estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
3. “Que todos los seres en dirección al norte estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
4. “Que todos los seres en dirección al sur estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
5. “Que todos los seres en dirección al noreste estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
6. “Que todos los seres en dirección al suroeste estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
7. “Que todos los seres en dirección al noroeste estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
8. “Que todos los seres en dirección al sureste estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
9. “Que todos los seres en dirección hacia abajo estén
libres de hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia;
que ellos vivan felices”.
10. “Que todos los seres en dirección hacia arriba
estén libres de hostilidad, libres de aflicción, libres
de angustia; que ellos vivan felices”.
II 1-10. “Que todos aquellos que respiran en dirección
al este ... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres
de aflicción, libres de angustia; que ellos vivan felices”.
III. 1-10. “Que todas las criaturas en dirección al
este ... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres
de aflicción, libres de angustia; que ellas vivan felices”.
IV. 1-10. “Que todos aquellos con existencia individual en
dirección al este ... hacia arriba estén libres de
hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia; que
ellos vivan felices”.
V. 1-10. “Que todos aquellos que han encarnado en dirección
al este ... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres
de aflicción, libres de angustia; que ellos vivan felices”.
VI. 1-10. “Que todas las mujeres en dirección al este
... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres de aflicción,
libres de angustia; que ellas vivan felices”.
VII. 1-10. “Que todos los varones en dirección al
este ... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres
de aflicción, libres de angustia; que ellos vivan felices”.
VIII. 1-10. “Que todos los Nobles en dirección al
este ... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres
de aflicción, libres de angustia; que ellos vivan felices”.
IX. 1-10. “Que todos los seres mundanos en dirección
al este ... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres
de aflicción, libres de angustia; que ellos vivan felices”.
X. 1-10. “Que todos los dioses en dirección al este
... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres de aflicción,
libres de angustia; que ellos vivan felices”.
XI. 1-10. “Que todos los seres humanos en dirección
al este ... hacia arriba estén libres de hostilidad, libres
de aflicción, libres de angustia; que ellos vivan felices”.
XII. 1-10. “Que todos aquellos en estados de desgracia en
dirección al este ... hacia arriba estén libres de
hostilidad, libres de aflicción, libres de angustia; que
ellos vivan felices”.
Explicación
En esta técnica de universalización de mettà,
cada una de las cinco categorías de irradiación generalizada
se refiere a la dimensión total de la existencia animada, sintiente
u orgánica, perteneciente a las tres esferas mundanas, a saber,
kàmaloka, la esfera de la existencia sensorial donde el deseo
es la principal motivación; rùpaloka, el reino de los
resplandecientes dioses Brahmà con forma sutil; y arùpaloka,
el reino de los seres sin forma con pura vida mental. Sea un “ser”,
o aquel que “respira”, o una “criatura”, o
aquel que posee “existencia individual”, o aquel que está
“encarnado” —siempre en referencia a la totalidad
de la existencia animada—, la distinción existente entre
cada término expresa comprensivamente cierto aspecto de la
vida en su integridad.
Mientras visualiza cada categoría uno debe tener en mente
el aspecto específico expresado por su designación.
Si uno entrena la mente en la manera de un “ejercicio mental”,
después de haberla ejercitado con los primeros dos métodos,
el significado de los términos no-específicos o generalizados
se volverán claros. Para cuando uno haya completado los dos
métodos, la consciencia estará suficientemente desarrollada
y será ilimitada. Y con tal consciencia, cuando cada uno de
estos conceptos universales ha sido asimilado, la universalización
sobreviene sin esfuerzo. Esto puede estar indicando que la visualización
ya no es de objetos individuales, sino de un concepto que es total
e ilimitado. La irradiación, en este caso, se vuelve una “corriente”
de amor en abundante cantidad hacia el objeto mental conceptualizado
—todos los seres, todas las criaturas, etc.
Cada una de las siete categorías de irradiación específica
comprende una parte del rango total de la vida y, en combinación
con las otras, expresa el todo. Itthì se refiere al principio
femenino en general, incluyendo a todos seres femeninos entre los
devas, seres humanos, animales, demonios, espíritus y habitantes
del infierno. Purisa denota al principio masculino evidente en todas
las esferas de existencia, y ambos, itthì y purisa juntos,
comprenden la totalidad. Nuevamente, desde otro ángulo, los
ariyas o seres espiritualmente transformados, y los anariyas o seres
mundanos sujetos a la rueda del renacimiento, comprenden la totalidad.
Los ariyas son aquellos que han entrado en el camino trascendental;
se los halla en el mundo humano y en los mundos celestiales y, por
consiguiente, constituyen la punta de la pirámide de la existencia
sintiente. Los seres mundanos están en todas las esferas de
existencia y constituyen el cuerpo de la pirámide desde la
base hasta la cúspide, por así decir. De igual manera,
las tres categorías de deva, manussa y vinipàtika —dioses,
seres humanos y aquellos caídos en estados de desgracia—
comprenden la totalidad en términos de status cosmológico.
Los devas, los resplandecientes seres celestiales, comprenden la capa
superior, los seres humanos la capa intermedia y los vinipàtikas
la capa inferior de la montaña cosmológica.
El “ejercicio mental”, en términos de irradiación
direccional, la irradiación de mettà a las ya mencionadas
doce categorías de seres en las diez direcciones, hace de la
universalización de mettà una experiencia muy estimulante.
Cuando uno se sitúa mentalmente en una dirección particular
dejando fluir el amor y envolviendo toda la región, transporta
literalmente la mente a las sublimes alturas que llevan al samàdhi,
la concentrada absorción de la mente.
Cuando uno proyecta este anhelo total de que otros vivan felices,
libres de hostilidad, aflicción y angustia, no sólo
se eleva a sí mismo a un nivel donde prevalece la verdadera
felicidad, sino que pone en movimiento poderosas vibraciones que conducen
a la felicidad, apaciguan la enemistad, alivian la aflicción
y la angustia. Veremos, por consiguiente, que el amor universal infunde
simultáneamente bienestar y felicidad y remueve el sufrimiento
mental y físico causado por los contaminantes mentales de la
hostilidad, la enemistad y la ira.
Las Bendiciones de Mettà
Monjes, cuando el amor universal que conduce a la liberación
de la mente es practicado y desarrollado ardientemente, considerado
como un recurso inexorable, usado como vehículo propio, hecho
el fundamento de la propia vida, plenamente establecido, bien consolidado
y perfeccionado, entonces estas once bendiciones pueden esperarse.
¿Cuáles once?
Uno duerme feliz; despierta feliz; no tiene malos sueños;
es estimado por los seres humanos; es estimado por los seres no-humanos;
los dioses lo protegen; ni fuego, ni venenos, ni armas le hacen
daño; la mente consigue concentración rápidamente;
la expresión del rostro es serena; muere sin perturbación;
e incluso, si no lograra alcanzar estados superiores, al menos alcanzará
el estado del mundo de Brahma.
Monjes, cuando el amor universal que conduce a la liberación
de la mente es practicado y desarrollado ardientemente, considerado
como un recurso inexorable, usado como vehículo propio, hecho
el fundamento de la propia vida, plenamente establecido, bien consolidado
y perfeccionado, entonces estas once bendiciones pueden esperarse.
Angutara Nikàya, 11:16
Mettà cetovimutti —el amor universal que conduce
a la liberación de la mente— significa el logro de la
absorción del samàdhi basada en la meditación
de mettà. Ya que mettà libera la mente de la esclavitud
del odio y la ira, del egoísmo, la codicia y la ilusión,
constituye un estado de liberación. Cada vez que uno practica
mettà, aunque sea por un breve período, goza de una
dosis de libertad de la mente. Una inconmensurable libertad de la
mente, no obstante, ha de ser esperada sólo cuando mettà
es desarrollada completamente en el samàdhi.
Las diversas aplicaciones de mettà, como las indicadas por
los términos “practicado”, “desarrollado”,
etc., significan una fuerza bien estructurada producida no sólo
en las horas específicas de meditación, sino también
al convertir todas nuestras obras, palabras y pensamientos en actos
de mettà.
Por “practicado” (àsevita) entendemos la práctica
ardiente de mettà, no como un mero ejercicio intelectual sino
como un sincero compromiso personal, constituyéndose en la
filosofía que guía nuestra vida, algo que condiciona
nuestras actitudes, perspectivas y conducta.
Por “desarrollado” (bhàvita) entendemos los diversos
procesos de cultivo interno e integración mental llevados a
cabo por la práctica de la meditación del amor universal.
Puesto que la meditación produce una unificación de
la mente por la integración de las diversas facultades, es
denominada desarrollo de la mente. El Buddha enseñó
que el mundo mental en su totalidad es desarrollado por la práctica
de la meditación del amor universal, llevando a la liberación
de la mente y a la transformación de la personalidad.
“Considerado como un recurso inexorable” (bahulikata)
enfatiza la práctica repetida de mettà durante todas
las horas en que uno está despierto, en acción, palabra
y pensamiento, manteniendo la consciencia de mettà todo el
tiempo. Acción repetida significa generación de poder.
Los cinco poderes espirituales, a saber, fe, energía, atención,
concentración y sabiduría, son ejercitados y cultivados
por la práctica repetida de mettà.
“Usado como vehículo propio” (yànikata)
significa un “compromiso total” con el ideal de mettà
como el único método válido para la solución
de los problemas interpersonales y como un instrumento para el crecimiento
espiritual. Cuando mettà es la única “modalidad
de comunicación”, el único vehículo, la
vida automáticamente se convierte en una “morada divina”
como se menciona en el Mettà Sutta.
“Hecho el fundamento de la propia vida” (vatthikata)
es hacer de mettà la base de nuestra existencia en todos los
aspectos. Se convierte en el principal recurso, el puerto, el refugio
de nuestra vida, haciendo el refugio en el Dhamma una realidad.
“Plenamente establecido” (anutthita) se refiere
a una vida que está firmemente arraigada en mettà, que
tiene anclaje en mettà bajo toda circunstancia. Cuando mettà
es practicada sin esfuerzo, ni siquiera por error uno viola las leyes
del amor universal.
“Bien consolidado” (paricita) quiere decir que uno está
tan habituado a mettà que permanece inmerso en ello sin esfuerzo,
tanto en la meditación como en la conducta cotidiana.
“Perfeccionado” (susamàraddha) señala una
modalidad de completitud a causa de una total adhesión y desarrollo
que lleva a ese estado plenamente integrado en el cual uno goza de
perfecto bienestar y felicidad espiritual, indicado en el pasaje que
detalla las once bendiciones de mettà.
Los beneficios de mettà son verdaderamente grandes y profundos.
Para un seguidor del Buddha es un instrumento supremo que puede ser
esgrimido con provecho dondequiera.
El Poder de Mettà
El beneficio subjetivo del amor universal es bastante evidente. El
goce de bienestar, la buena salud, la paz de la mente, los rasgos
radiantes y el afecto y la buena voluntad de todos son, de hecho,
grandes bendiciones de la vida resultantes de la práctica de
la meditación de mettà. Pero lo que es aún más
maravilloso, es el impacto que mettà tiene en el entorno y
en los otros seres, incluyendo animales y devas, como las escrituras
Pali y los comentarios ilustran con varias historias memorables.
Una vez el Buddha volvía de su ronda de limosnas junto a su
séquito de monjes. Mientras se acercaban a la prisión,
en consideración a un fuerte soborno de Devadatta, el malvado
y ambicioso primo del Buddha, el ejecutor dejó suelto al feroz
elefante Nàøagiri, que era utilizado para la ejecución
de criminales. Como el intoxicado elefante corrió hacia el
Buddha barritando aterrorizado, el Bienaventurado proyectó
poderosos pensamientos de mettà hacia el mismo. El Venerable
Ànanda, asistente del Buddha, se preocupó tan profundamente
por la seguridad del Maestro que corrió frente a él
para protegerlo, pero el Buddha le pidió que se hiciera a un
lado ya que la protección del amor en sí mismo era más
que suficiente. El impacto de la irradiación de mettà
del Buddha fue tan inmediato y arrollador que para cuando el animal
se le acercó estaba completamente domado, como si un pobre
borracho se hubiera puesto sobrio de repente por el mágico
poder de un hechizo. El elefante, se dice, se inclinó en reverencia
a la manera en que un elefante entrenado lo hace en un circo.
El Visuddhimagga registra el caso de un propietario de Pàtaliputra
(la moderna Patna), de nombre Visàkha. Parece que había
oído que la isla de Sri Lanka era un verdadero jardín
del Dhamma con sus innumerables altares y stupas adornando la isla.
Y que bendecidas por un clima favorable, las personas eran altamente
virtuosas, siguiendo la Enseñanza del Buddha con gran fervor
y sinceridad.
Visàkha decidió visitar Sri Lanka y pasar el resto
de su vida allí como monje. En consecuencia, cedió su
gran fortuna a su esposa e hijos y abandonó el hogar con sólo
una monada de oro. Se detuvo por algún tiempo en la ciudad
portuaria de Tàmralipi (la moderna Tamluk) esperando un barco
y, durante ese período, se dedicó a los negocios haciéndose
con mil monedas de oro.
Finalmente llegó a Sri Lanka y se dirigió a la ciudad
capital de Anuràdhapura. Allí fue hasta el famoso Mahàvihàra
y solicitó el permiso del abad para ingresar a la Sangha. Mientras
era conducido a la casa del capítulo para la ceremonia de ordenación,
la bolsa que contenía las mil monedas de oro se soltó
de su cinturón. Cuando se le preguntó: “¿Qué
es eso?”, él dijo: “Tengo mil monedas de oro, señor”.
Cuando le dijeron que un monje no puede poseer ningún dinero,
él respondió: “Yo no quiero poseer esto sino deseo
distribuirlo entre todos los que vengan a esta ceremonia”. Entonces
abrió su bolsa y sembró todo el patio de la casa del
capítulo diciendo: “Nadie que haya venido a presenciar
la ordenación de Visàkha se irá con las manos
vacías”.
Después de pasar cinco años con su profesor, decidió
ir al famoso bosque de Cittalapabbata, donde vivía un buen
número de monjes con poderes sobrenaturales. De modo que se
dirigió al monasterio de Cittalapabbata en la jungla. En su
trayecto llegó a una bifurcación en el camino y se detuvo
preguntándose qué rumbo tomar. Ya que él había
estado practicando la meditación de mettà asiduamente,
encontró a cierto deva que vivía allí en una
roca que con una mano le señaló su camino. Al llegar
al monasterio de Cittalapabbata en la jungla, ocupó una de
las cabañas.
Había permanecido allí por cuatro meses, y estaba pensando
partir a la mañana siguiente, cuando oyó a alguien llorar.
Entonces preguntó: “¿Quién es?”.
El deva que vivía en el árbol manila al final del paseo
dijo: “Venerable señor, yo soy Maniliya” —que
significa perteneciente al árbol manila.
“¿Por qué estás llorando?”
“Porque tu estás pensando marcharte de aquí”
“¿Qué bien te hace a ti mi vida en este lugar?”
“Venerable señor, desde que tu vives aquí, los
devas y otros seres no-humanos se tratan unos a otros con benevolencia.
Cuando te hayas ido comenzarán nuevamente sus discusiones y
riñas”.
“Bien, si mi vida aquí hace que todos ustedes vivan
en paz, eso es bueno”. Y, de este modo, se quedó por
otros cuatro meses. Se dice que cuando nuevamente pensó marcharse,
otra vez la deidad lloró. Así este Anciano se quedó
permanentemente y allí alcanzó el Nibbàna. Tal
es el impacto de mettà-bhàvanà en los otros,
incluso en los seres invisibles.
Tenemos también la famosa historia de la vaca. Parece que
una vaca estaba dando leche a su ternero en el bosque. Un cazador
que quería matarla arrojó una lanza que, al chocar contra
su cuerpo, rebotó como una hoja de palmera. Tan poderosamente
fuerte es mettà —amor benevolente. Este no es el caso
de alguien que ha desarrollado mettà-samàdhi. Es un
simple caso de la consciencia del amor por la prole.
En verdad, del poder de mettà nunca se puede hablar lo suficiente.
Los comentarios del Canon Pali está repletos de historias,
no sólo de monjes, sino también de personas ordinarias
que superaron diversos peligros, incluyendo armas y venenos, a través
de la pura fuerza de mettà —amor desinteresado.
Pero no hay que confundir mettà con un mero sentimiento. Es
el poder del fuerte. Si los líderes en las diferentes esferas
examinaran a mettà, no encontrarían ningún principio
o pauta de acción que posea mayor eficiencia y provecho a todo
nivel.
En todo, el hombre es la unidad última. Si el hombre decidiera
sustituir, con mettà como política de acción,
la agresión y la malevolencia, el mundo se convertiría
en una verdadera morada de la paz. Porque es sólo cuando el
hombre tenga paz dentro de sí, e ilimitada benevolencia para
con los demás, que la paz en el mundo será real y duradera.