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Una Panorámica del Budismo
Dado que la "Panorámica" es una obra tan extensa y además recientemente editada no podemos poner el libro entero para descargar gratis, sólo hemos puesto unas selecciones para dar la oportunidad de conocerla.
Introducción :: sección III. El Buda
Desde el punto de vista tradicional, el budismo empieza con la toma de refugio en las Tres Joyas (triratna), la primera de las cuales es el Buda. Aunque ya no hay duda alguna de su existencia histórica, la fecha de su nacimiento y Parinirvana son todavía objeto de controversia. Muy probablemente las fechas dadas en el Dıpavamsa y en el Mahavamsa (excluyendo el Culavamsa cuyas fechas difieren en sesenta años) son bastante correctas y corresponden a los años 563-483 a. de C. Los acontecimientos en su vida son demasiado conocidos para ser contados aquí en detalle. Nació en Lumbini, en el territorio de la república Sakya, siendo de familia patricia y rica. A los veintinueve años renunció a su casa y posición a cambio de la vida de mendigo asceta, a los treinta y cinco años alcanzó la Iluminación en Buddha Gaya y falleció en Kusinagara a los ochenta. Durante su vida sus enseñanzas se extendieron por todo el territorio de los reinos de Magadha y Kosala (que corresponden a los actuales estados de Bihar y Uttar Pradesh), además de los principados y repúblicas lindantes. Sus discípulos provenían de todo tipo de origen. Fueron reyes, príncipes, mercaderes, brahmanes ortodoxos, marginados, salteadores de caminos, ascetas desnudos,... e incluían tanto a hombres como a mujeres. Además de instruir a un círculo extenso de adeptos laicos, el Buda entrenó a un grupo más selecto de monjes y monjas que constituían la Sangha propiamente dicha, a quien correspondió la responsabilidad de continuar su misión después del Parinirvana. La personalidad del Buda, según se aprecia en las antiguas escrituras, poseía una combinación única de dignidad y afabilidad, sabiduría y benevolencia. Su majestuosidad imponía e intimidaba a los reyes, mientras que poseía también la ternura que le permitía inclinarse a consolar y confortar a los afligidos. Su serenidad era imperturbable, la confianza en sí mismo infalible. Siempre plenamente consciente y dueño de sí, confrontó la oposición, la hostilidad y el peligro con esa sonrisa calmada y compasiva que ha sobrevivido a lo largo de la historia. Era cortés en el debate, aunque con una cierta ironía, y casi invariablemente conseguía convencer a sus oponentes. Tal era su habilidad en ese sentido que fue acusado de persuadir a la gente por medio de hechizos.
Además de los hechos históricos de la vida y la actividad del Buda, han de ser tomados en cuenta los mitos y leyendas que en las biografías tradicionales son inseparables de esos hechos. Cuando el budismo entró en la esfera de la erudición occidental, se asumía generalmente que las palabras mito y leyenda eran sinónimos de la palabra ficción y que no tenían otro valor que mostrarnos la naturaleza de la mente primitiva. Desde entonces nuestras ideas se han ido modificando. Ciertos incidentes en la biografía del Buda, que desde el punto de vista del materialismo de la ciencia del siglo diecinueve, parecen legendarios –como aquellos en que se describe al Buda ejerciendo poderes paranormales– son actualmente, con puntos de vista más flexibles, vistos como episodios que muy probablemente se basan en hechos. Otros episodios parecen referirse a un orden de realidades diferente y a un tipo de verdad totalmente distinta, ya que en vez de ser afirmaciones científicas, son episodios poéticos que describen procesos psicológicos y experiencias espirituales. Hay, además, otros episodios que podríamos calificar como destellos en la mente del discípulo causados por el tremendo impacto de la personalidad del Buda, ya que son descripciones subjetivas que expresan la grandeza de dicha personalidad en términos de los sentimientos extáticos de adoración que ella les evoca. Este último punto nos introduce a la importante cuestión de la supuesta deificación del Buda. Según algunos eruditos modernos el Buda fue un hombre, un gran maestro, cuyos discípulos, por su devoción, le convirtieron en un dios, en Dios. Por basarse esto en suposiciones muy distintas a las mantenidas en el budismo, dicha interpretación de un importante desarrollo doctrinal debe rechazarse completamente. En el contexto de una religión no-teísta la deificación no tiene significado alguno. El Buda afirmó ser un ser humano completamente iluminado, incluso superior a los dioses, y como tal ha sido invariablemente considerado. Ocupando ya la más alta posición en el universo no queda ninguna otra a la que posteriormente pudiese elevársele. Lo que en realidad ocurrió fue que el Buda, habiendo realizado la Verdad se convirtió en su personificación y símbolo, y la Realidad empezó a interpretarse en términos de Budeidad y sus atributos, en concreto; y en términos de sunyata, tathata, etc., en abstracto. Al mismo tiempo, la devoción con que el Buda era venerado era análoga a la que, en la religión teísta, es prerrogativa del Creador.
No habiendo tenido lugar la deificación de un maestro que, en su origen, fue meramente humano, también debemos de calificar de inapropiadas las distintas teorías según las cuales el Buda fue en realidad un maestro ético como Sócrates o Confucio; un racionalista, un humanista, un reformador social, ... etc.