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La Doctrina Búdica de la Tierra Pura

La Doctrina Búdica de la Tierra Pura

por JEAN ERACLE

PRIMERA PARTE :: INTRODUCCIÓN A LOS «TRES SÛTRA»

Sección IV. Los «Tres Sûtra» y el Budismo fundamental

LOS «TRES SÛTRA» Y EL BUDISMO FUNDAMENTAL

La doctrina de los «Tres Sûtra» se apoya por completo en las grandes intuiciones fundamentales del Budismo, así como en su profundo análisis del contenido de la mente.

Esto se manifiesta con gran claridad en el hecho de que estos libros repiten y recuerdan constantemente, con formas variadas, los principales puntos de la enseñanza de Buddha.

Cuando, por ejemplo, el «Sûtra de Amida» describe las aves que aparecen milagrosamente en la Tierra de la Suprema Felicidad, precisa: «Todas estas bandadas de aves, seis veces por día y seis veces, por noche, emiten delicados y armoniosos cantos. Estos cantos se acuerdan para proclamar las Cinco Facultades, las Cinco Fuerzas, las Siete Partes del Despertar, las Ocho Divisiones del Noble Sendero y otras doctrinas semejantes. En esta Tierra, todos los seres vivos que escuchan esos cantos, empiezan a pensar en Buddha, a pensar en la Ley, a pensar en la Comunidad.»

En su introducción, el «Sûtra de la Contemplación» recuerda los principios de la vía búdica según el Gran Vehículo:

«Aquellos que desean renacer en la Tierra occidental de la Felicidad deben practicar tres actividades benéficas:

primero, deben respetar y cuidar de sus padres, servir a sus maestros, tener un corazón lleno de amor, no matar y practicar las diez buenas acciones;

segundo, deben tomar refugio en las Tres Joyas (Buddha, Ley, Comunidad), guardar todos los preceptos y no violar las reglas de la buena conducta;

tercero, deben producir el Pensamiento del Despertar, creer profundamente en la Ley de Causa-y-efecto, estudiar los escritos del Gran Vehículo y animar a los demás a progresar.

Eso es lo que se llaman las acciones puras… ¿No sabes ahora que estas tres clases de acciones son las acciones puras y correctas de todos los Buddha de los tres tiempos, del pasado, del presente y del porvenir?»

En otra parte, describiendo los estanques que adornan la Tierra de la Suprema Felicidad, el mismo texto añade:

«En cada estanque hay sesenta miríadas de flores de loto compuestas de siete joyas. Cada flor de loto es perfectamente redonda y se extiende sobre doce Yojana. Agua preciosa fluye entre las flores, brotando en surtidor de sus tallos. Su murmullo es delicado y maravilloso: canta la doctrina del sufrimiento, de la vacuidad, de la impermanencia, del no-yo y todas las perfecciones. Además, celebra los signos de excelencia de todos los Buddha.»

El «Gran Sûtra» también evoca a menudo los principios y prácticas de la más pura tradición búdica. Al describir el comportamiento de Dharmâkara, el futuro Buddha Amitâbha, durante el tiempo que siguió a su resolución de alcanzar el Supremo Despertar, no hace sino describir el ideal de todo budista:

«Durante centenares de millones de períodos cósmicos inconcebibles, acumuló y fijó las virtudes sin medida de un Bodhisattva.

No nacían en él ni la conciencia del deseo, ni la conciencia de la cólera, ni la conciencia de la maldad. En él no brotaban ni el pensamiento del deseo, ni el pensamiento de la cólera ni el pensamiento de la maldad.

No tenía la noción de una forma, de un sonido, de un olor, de un sabor, de un contacto, de un pensamiento.

Su paciencia era inalterable. Ningún sufrimiento lo afectaba. Teniendo pocos deseos, sabía contentarse. Ni la insatisfacción ni la necedad lo manchaban.

Estando en continua meditación, permanecía sosegado y su sabiduría era sin trabas.

No profería palabras vanas ni engañosas. Tenía un corazón tierno, un semblante sonriente y un lenguaje amable. Cuando se le preguntaba, contestaba siempre de la mejor manera.

Era intrépido y noble, cumpliendo sus votos sin cansarse. Siempre en búsqueda de la Ley pura, empleaba su saber en volver felices a todos los seres.

Veneraba las Tres Joyas y servía a sus maestros. Se adornaba con los grandes ornamentos de las prácticas suficientes y proporcionó así la fuerza a todos los seres para alcanzar la perfección.

Permanecía en la experiencia del Vacío, de lo Sinforma y del No-deseo. Al practicar el No-actuar y el No-esfuerzo, consideraba todas las cosas como inconsistentes…»